Ciertamente, para los que no frecuentan estos temas es algo que suena surrealista, pensar que Hitler tenia sus ovnis parece sacado de una mala pelicula de “serie B”, sin embargo es algo bastante más que real y desde luego, como tema de estudio, es muy interesante. Efectivamente, a finales de los años 30 en Alemania ya se estaban construyendo las primeras naves circulares.
Hoy en SOUTHWOLF les dejamos un articulo donde
viene una buena introducción a este tema, para que conozcan aunque sea por
encima, lo que sucedía en aquella época con las sociedades secretas Thule y
Vril, pero, piensen por un momento…si ya en aquella época los nazis disponían de
motores antigravitacionales y toda esa tecnología pasó a manos de los aliados
con la operación Paperclip, ¿que tendrán ahora setenta años después?….¿de
verdad pensáis que la élite, la de verdad, vuela en aviones comerciales?…
Si hay algo que los que
llevamos tiempo con estos temas tenemos claro, es que los avances tecnológicos
que se comunican públicamente, están bastantes décadas por detrás de la
tecnología real que hay disponible solo para unos pocos y si ya nos metemos con
las formas de obtención de energía, es realmente sangrante lo que están
haciendo.
Les recomendamos la lectura del articulo completo ya que es bastante interesante:
Cuando las tropas aliadas
tomaron Berlín encontraron insólitos planos y esquemas de armas secretas nazis.
Aviones de ala circular, aeronaves de despegue vertical y minas volantes con
apariencia de disco. Son los Platillos Volantes del III Reich. ¿Fueron esos
diseños inspirados por extraterrestres?
« Por ser éste el último
homenaje público que rindo a los héroes del nazismo chileno y a Rudolf
Hess, he deseado revelar la existencia de los OVNIs hitleristas y las bases que
ellos ya tienen también fuera del espacio terrestre. Esta revelación va
dirigida no a los camaradas ni al público en general, quienes seguramente la
tomarán como una fantasía, pues en su gran mayoría desconocen todo lo referente
a este tema fundamental. La revelación tiene por objeto principal hacer conocer
a nuestros enemigos, a los verdaderos gobernantes ocultos del Gobierno Mundial
Secreto, que saben de 1a existencia de los OVNIs hitleristas y de sus bases
extraterrestres, que nosotros también sabemos…».
Estas sorprendentes
palabras encabezan el primer capítulo de un libro de título tan elocuente y
explícito como Los OVNIs de Hitler contra el Nuevo Orden Mundial. Su autor
no es un fanático irracional, un fascista violento, ni un cabeza rapada
ignorante. La pluma responsable de esas afirmaciones es Miguel Serrano, uno de
los escritores y diplomáticos más relevantes de la historia de Chile. Encabezó
la representación política de su país, al frente de las embajadas de Chile en la India , Yugoslavia y Austria,
y en la actualidad es uno de los mayores ideólogos del movimiento neonazi en
todo el mundo.
¿Cómo es posible que un
intelectual de estas características pretenda que el III Reich poseyera
platillos volantes con bases extraterrestres fuera del planeta? ¿Se trata de un
loco visionario? En absoluto…
Cuando aliados y soviéticos
se repartieron los archivos secretos alemanes, tras la caída de Berlín, se
encontraron con ingeniosos y fascinantes diseños de aeronaves extrañas y
completamente revolucionarias, que posteriormente intentarían desarrollar en
Rusia y EE.UU. con escasos resultados. Pese a ello fue la creatividad y la
genialidad de científicos alemanes, como Von Braun, que tras la guerra se
pasaron al bando aliado, la que ha permitido al hombre llegar a la Luna. No olvidemos que
esos ingenieros alemanes desarrollaron la carrera espacial tal y como la
conocemos y es un hecho indiscutible que los alemanes poseían conocimientos
astronáuticos y aeronáuticos avanzados para la época.
Está documentada
históricamente la existencia de varias patentes, diseños e incluso construcción
de prototipos de aeronaves circulares o discoidales por parte de los alemanes,
antes, durante y después de la
II Guerra Mundial. Ya en fecha tan remota como en la Alemania del siglo XIX, y
como una premonición de los platillos nazis que tantos quebraderos de cabeza
han dado a los ufólogos modernos, el matemático y teórico de la
aviación August Wilhelm Zachariae, hoy olvidado por la aeronáutica,
experimentó con modelos de ala circular.
La historia de los
platillos volantes alemanes se inicia con el meritorio Alexander Lippisch,
quien desde principios de 1939 desarrolló para la Messerschmitt de
Augsburg su caza-cohete con ala delta Me-163, que llegó a construirse en
serie aunque sin alcanzar resultados espectaculares.
Pero también a finales de
los años 30, otro alemán diseñó aeronaves de planta circular, más interesantes
si cabe que las de Zachariae. Se trata del agricultor de Machern (cerca de
Leipzig) Arthur Sack. Sack, aficionado al aeromodelismo, decidió abandonar
las especulaciones sobre platillos volantes y ponerse manos a la obra,
construyendo uno de esos modelos. Según publicaban las revistas aeronáuticas
alemanas e inglesas Luftfahrt International, Air
International o RAF Fliying Review, que reproducían fotografías de
este “OVNI nazi”, no sabemos qué inspiró a Sack, pero ahí está su platillo
volante.
Se trata de un avión de forma circular plana, con los colores alemanes de la Luftwaffe , del que tan
sólo se conservan dos fotografías, sin más datos. El platillo, de impecable
estampa marcial, presenta una cúpula similar a la del antiguo M-109, la
estrella de los cazas de la
II Guerra Mundial. La existencia de una hélice de madera y de
un rígido espolón hace suponer que esta aeronave pudo ser pensada como oponente
a los Mustangs, Thunderbolts y
populares Spitfires aliados.
La presentación pública del
platillo volante de Sack se efectuó durante la celebración del Primer Certamen
Nacional de aeromodelos con motores de combustión, celebrado los días 27 y 28
de junio de 1939 en Leipzig-Mockau. El modelo presentado por Arthur Sack medía 1.250 mm . y pesaba 4.500
gr., siendo impulsado por un motor Kratmo-30 empotrado, de 0,65 CV y
4.500 r.p.m., con un rotor de 600
mm de diámetro.
Los participantes en el
concurso, desarrollado prudentemente a puerta cerrada, debían cubrir un
recorrido de ida y vuelta utilizando un mecanismo de dirección lo más sencillo
posible. Sin embargo, este primer intento de utilización de pequeños modelos
con fines tácticos de reconocimiento resultó un estrepitoso fracaso. La mayoría
de los modelos, equipados con el llamado aparato autoguiado y sus respectivos
motores, mostraron sus peores cualidades. El único modelo verdaderamente
teledirigido, fabricado por Sinn, se rompió en la salida, y otro con una
turbina de vapor, hecho por Soll, se incendió. Un desastre.
Sack no se libró de la racha.
Su platillo volante no fue capaz de despegar del suelo y, finalmente, tuvo que
ser lanzado al aire por su propio autor. Tras ese “despegue de emergencia”, el
modelo realizó un vuelo estable de unos 100 metros , llegando a
la meta a duras penas, si bien después de la experiencia Sack perfeccionó su
diseño para vuelos más rápidos y largos.
Pese a todo, Arthur Sack
tuvo mucha suerte, ya que entre los asistentes al certamen se encontraba el
general-ministro del Aire Udet, quien resultó impresionado por la idea.
Udet resultó un gran partidario de la utilización bélica de los platillos
volantes, asignándoles la misma función defensiva desarrollada hasta entonces
por los globos. Entusiasmado, el ministro prometió a Sack “allanarle el camino
para posteriores investigaciones”. Dicho y hecho. Arthur Sack construiría
algunos modelos más de platillos volantes antes de que comenzara la realización
de un avión tripulado, a mitad de la guerra, en los talleres de MIMO
(Mitteldeutsche Motorwerke), en Leipzig. El diseño final, denominado AS6,
se concluyó en los talleres de vuelo de Brandis, a principios de 1944.
El primer prototipo
del AS6 estaba equipado con un motor Argus 10C de 140 C .V. y tenía un ala
circular con perfil Göttinger de 6,40
m de envergadura. Para un peso en vuelo estimado en unos
750-800 kgs, la carga alar debió de ser de unos 25 a 30 kilos por metro
cuadrado. Por lo tanto, casi quedaba dentro del reglamento de medidas de
una klemm 25D.
Hasta aquí los hechos
incuestionables documentados en la historia aeronáutica que demuestran que
lustros antes de que Kenneth Arnold emplease el término platillo volante para
describir su avistamiento en el Monte Rainier, en junio de 1947; ingenieros
alemanes construían verdaderos platos voladores. La cuestión es, ¿de dónde sacaron
Zachariae, Lippisch o Sack la idea de un diseño aeronáutico circular?
A mediados de los noventa
dos documentales de televisión sobre los platillos nazis conmocionaron a la
comunidad ufológica internacional. En ellos se vincul aba el hecho
histórico de la existencia de prototipos discoidales diseñados en la Alemania de entreguerras
y las tradiciones esotéricas que tanto influyeron en la gestación del III
Reich.
Intercalando fotos de
platillos volantes en cuyo fuselaje aparecían esvásticas y cruces gamadas, con
imágenes de la Alemania
nazi y vídeos modernos de OVNIs, dichos documentales pretendían demostrar algo
insólito: que los iniciados de la Sociedad Thule a la que pertenecían Hitler,
Himmler y Hess, la “Santa Trinidad” del Reich, utilizaron a varias médiums
alemanas para comunicarse con una civilización extraterrestre, que sería la que
habría inspirado los diseños discoidales antes descritos y otros mucho más
sofisticados que utilizarían no las hélices de los stuka o los
motores a reacción de los sofisticados M-262, sino motores de “antigravedad”,
fuerza “Vril” y otros conceptos pseudocientíficos.
Según los documentales
citados, parece que todo pudo comenzar con la fundación de la Sociedad Secreta
Thule, a principios de siglo. Años después, a finales de 1919, varios miembros
de Thule y de una de sus filiales, la sociedad Vril -todos ellos
especializados en energías alternativas- se habrían reunido en una lujosa
mansión alemana en un encuentro, que según se decía en los controvertidos
videos, estuvo presidido por la médium Maria Ostig, quien habría recibido
comunicados sobrenaturales de los espíritus: textos escritos en sumerio y en el
código secreto templario donde aparecerían las primeras pistas para la
construcción de revolucionarias aeronaves capaces de llegar a las estrellas.
Para los hitleristas, que
consideran a Hitler más un líder espiritual que político, los inspiradores de
aquellos textos y los míticos “Superiores Desconocidos” serían criaturas
extraterrestres que, mediante la médium, habrían sugerido a los científicos
alemanes la construcción de naves discoidales que usarían un supuesto sistema
de propulsión por levitación. Según la misma fuente, la sociedad Vril creó, a
mediados de 1934, la primera nave antigravitatoria: la FRZ-1, y a finales
de ese mismo año laFRZ-2, dotada de un sistema de “dirección por impulsión
magnética”. Los conceptos utilizados en estos documentales, como
energía Vril, motor Thuleo naves Haunebu resultan, sin
embargo, harto incompatibles con la verdadera historia de los prototipos de aeronaves
discoidales alemanes que han sido históricamente documentados. Según los
análisis efectuados por quien esto escribe, los videos que se difundieron a
mediados de los noventa son un fraude. ¿Con que objetivo? Probablemente
utilizar el fenómeno OVNI para atraer a jóvenes fascinados por la ufología
hacia las filas del movimiento neonazi.